Infierno

Patricia
2 min readApr 24, 2024

El lenguaje está cambiando. La forma en que se está haciendo literatura también. No sé si el lenguaje esté buscando la profundidad pero sí está buscando la viralidad. Eso es algo que favorece al mercado. Que fragmentos del libro puedan servir como HT y luego sean un término de búsqueda constante asociado a un producto. Es ingenuo pensar en la bondad de la literatura y en específico de la poesía. Pero desde hace tiempo me siento ajena, me empiezo a sentir de humo cuando estoy en medio de una discusión literaria. Escucho lugares comunes, frases hechas, lexicalizaciones virales. Conclusiones tajantes sobre ciertos temas a través de las cuales se vigila y se castiga. Por supuesto, si estoy en una mesa de discusión formo parte del problema. Desde hace tiempo busco ser la resistencia a costa de mi bienestar: intento pero conociendo a la vez conscientemente el mecanismo que opera detrás de ciertas prácticas. La literatura es un gran lugar si estás sedienta de aplausos, es un mal lugar si quieres vivir dignamente (esto tiene sus excepciones, ¿cuáles? Ya las sabemos). Sin embargo hay cosas que todavía se sienten reales: las conexiones con ciertas personas, el deseo de formar una comunidad a través de las palabras, bajarse del podio y comenzar a conversar horizontalmente. Escuchar. Ahora me doy cuenta de que hay textos que uno entiende hasta cierta edad: pienso en la mitad del camino de la vida, en la sutileza de esa frase como una consciencia de un punto que nos hace tener una perspectiva panóramica del espacio que será nuestra vida. Tengo siempre en mi corazón a mi sabia madre abierta a la verdad de su hija: no estoy siendo feliz con esta mentira. Y ella contesta que me acerque a la claridad del infierno para que me dé las respuestas. Mi palabra se está enfermando y mi palabra ha sido por mucho tiempo mi fuerza de vida. Tengo que parar, a la mitad del camino de mi vida; suelto la dirección que quise darle, confío y comienzo a seguir al sol a través de la fiera.

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